Un pedacito de cielo en la mitad del mundo
5 de diciembre 7 am, nervios
y emociones de todo tipo por mi viaje a otro país. El itinerario en el boleto
decía: Medellín - Bogotá y Bogotá – Quito. Estaba feliz con un viaje aéreo por
Colombia y otro por Ecuador. Aeropuerto José María Córdova, 45 minutos de viaje
desde la ciudad de Medellín, en la zona de Check-In me recibe una hermosa
asesora de Avianca, “su vuelo fue cancelado”, fueron las palabras que tuve que
interpretar de sus labios, porque hablaba como susurrando. Comienza esto, me
dije.
Al fondo, en el punto de
atención de Avianca, me ayudaron para abordar un vuelo que salía 45 minutos
después, con este cambio quedaba muy apretado mi tiempo para abordar el
siguiente vuelo de Bogotá a Quito. Después de unos 30 minutos, llegué al
aeropuerto internacional El Dorado de la ciudad de Bogotá. Con una prisa
inimaginable, pensando en que debía hacer rápido el paso por migración, cambiar
el dinero que llevaba por dólares y hacer el check in; no puedo negar que se me
subieron los nervios a la cabeza. “Buenos días, turismo, negocios o estudio”,
fueron las palabras que escuché de la persona que me atendió en migración. -Voy
de paseo- le dije. “Ok, turismo, adelante”. De ahí para la casa de cambio, quedaban
solo 10 minutos para la salida del avión. Dinero en el bolsillo, 5 personas
corriendo hacia la puerta número 52, -estos van conmigo, no lo perderé- me
dije.
3:30 de la tarde, Aeropuerto
Internacional Mariscal Sucre de la ciudad de Quito en Ecuador, ubicado en una
planicie oriental de la ciudad de Quito a 25 kilómetros del Centro Histórico de
la capital e inaugurado en el 2013. Es el principal aeropuerto de Ecuador.
Después de unos 45 minutos disfrutando de las hermosas carreteras de Ecuador,
desde el aeropuerto a la ciudad, llegué en un frío intenso a Quito.En la noche
salí con algunos amigos a la plaza Foch, uno de los lugares de encuentro por
excelencia en esta ciudad. Estaba sorprendido con la belleza de la región y con
la calma que tienen sus habitantes, además del buen servicio que dan a las
personas extranjeras. Ya en la plaza, algunas cervezas, conocer el lugar y de
nuevo al hotel.
Me levanto, abro la persiana,
buenos días Quito. “Alejo rápido, desayunamos y salimos para Guayaquil”, me
dijo uno de mis amigos. En el restaurante, huevo revuelto, jugo de naranja y
algunas frutas. Esto empezó muy bien, me dije. Mientras viajábamos hacia
Guayaquil pasaba emisoras en el coche y sintonicé una nacional, hablaba el
presidente Rafael Correa, que cumple ocho años de gobierno el 15 de enero del
2015. “Déjalo ahí, quiero que escuches a Rafa, ha hecho mucho por este país y
por los trabajadores”, dijo uno de mis amigos que vive en Ecuador. De política
no hablo mucho, pero me llevé una buena impresión del Presidente, especialmente
por las vías que ha construido alrededor de todo el país, algunas cosas más,
pero no es tema de este relato de viaje.

8 horas y 268 kilómetros de recorrido
por las carreteras del país y ya estaba en Guayaquil, hermosa ciudad ubicada al
este de Ecuador. Con mucho calor llegúe a dicha localidad, unos 26 grados de
temperatura. -Esto es lo mío porque me encanta el clima caliente- pensé. Ya en
la noche, visitar el Malecón 2000, comer algo a orillas del río Guayas y pasear
por la ciudad para conocerla.
Al siguiente día y caminando
hacia la Catedral Metropolitana de Guayaquíl, construída en madera en el año
1547 y reedificada en el periodo de 1924 a 1937 del siglo XX, a la que me
dirigía para conocer este centro espiritual de Guayaquil, conocí a Yaqui,
animal que transformaría por completo mi experiencia en este viaje. Caminando,
cuando lo ví, pensé que era un roedor o una rata, miré hacia abajo, me aparté
un poco, y después de unos segundos me di cuenta que era un pequeño y hermoso
gatico. Lo primero que hice fue recogerlo sin ningún reparo, pues estaba recién nacido y no sería capaz de dejarlo ante
las inclemencias del Parque Seminario, contiguo a la Catedral. -Señora, una
bolsa de leche por favor y si tiene una cajita para entrar al hotel este gatico
que me acabo de encontrar, sería una bendición-. “Son 0,85 y no tengo caja para
el animal”. De ahí, envolverlo en un buso que llevaba conmigo y para el hotel.
-Si nos descubren la multa va a ser alta-, le dije a Yaqui. Dos días estuve con
ella, que rápidamente se encariñó conmigo y viceversa, pensé que sería
obligación mía llevarlo y cuidarlo en Colombia, objetivo que resultaría difícil
de cumplir y que me sacaría unas cuantas lagrimas después.

“Mijo, deje el gatico en el
parque con alguién que nos vamos para la playa”, fueron las palabras de uno de
mis amigos en la mañana antes de salir para Santa Helena, capital de la
Provincia que lleva el mismo nombre ubicada al occidente de Ecuador y a 141
kilometros de Guayaquil. Carlos Vives, Jorge Celedón y Fonseca fueron algunos
de los artistas colombianos que nos acompañaron durante nuestro viaje a la
playa, no podría ser mejor.

2:30 de la tarde, sol
radiante, mar azul turquesa, bienvenidos a Salinas, ciudad ubicada al occidente
de la Provincia de Santa Helena, extremo occidental del Ecuador. Después de
buscar algunos hoteles, decidimos quedarnos en uno que queda justo al frente de
la playa, desde el cual podíamos ver el sol esconderse tras el el atardecer
y surgir mientras la madrugada. Tres
días en las playas de Salinas en Ecuador, fueron suficientes para dar cuenta de
la belleza de este país y su gente, quienes amables nos atendieron en cada uno
de los hoteles y restaurantes en los que nos hospedamos y disfrutamos de su
deliciosa gastronomía.
El último día, antes de volver a la ciudad de Guayaquil,
viajamos a Montañita, comuna de la Parroquia de manglar alto de las costas
ecuatorianas, lugar al que llegamos siguiendo la hermosa Ruta del Sol,
carretera que bordea el Océano Pacífico y algunas de las principales playas del
país.
Como dice la canción,
"Sol, Playa y Arena, Vamo´ allá", esa me sale a mí. Encantado quedé
con aquellos tres días de sol en el occidente de Ecuador. Guayaquil, 7:30 pm,
de nuevo en la ciudad, llegué con la necesidad de saludar a Yaqui y saber cómo
estaba.“No te vayas para donde ese gatico, vos sabés que no lo podemos
llevar”, dijo mi amigo. Aguanté casi 3 horas, pero a las 10:45 salí al parque a
buscarlo.Llegué. Dije Yaqui y salió de una pequeña casa propiedad de los vigilantes
del sector. Unos cuantos maullidos, seguirme después de dejarlo en buenas manos
y mirarme con sus bonitos ojos mientras me alejaba, fueron suficientes para
soltar lagrimas como un niño. Yaqui no pudo ser llevada a Colombia por el costo
de los papeles veterinarios que solicitaba migración y por el largo viaje que
me esperaba, que podría afectarla seriamente por sus pocos días de nacido, al
siguiente día viajaba a Colombia.
12 de diciembre, 4:30 am,
como todo paisa montañero, feliz por volver a ver a mi Medellín del alma.
Itinerario: Guayaquil - Quito, Quito- Bogotá, Bogotá - Medellín. 8 horas de
viaje, conexiones muy apretadas de tiempo y un cansancio que sólo se iba con 20
horas de sueño, fueron los acompañantes inseparables de mi regreso a Colombia. En medio del tirón por el aterrizaje escuché las palabras mas sígnificativas de
mi viaje. “Bienvenidos al aeropuerto José María Córdova de la ciudad de
Medellín. Afuera nos espera un clima de 24 grados centígrados, esperamos sigan
contando con Avianca para sus vuelos de regreso”. En ese momento descubrí que
viajar es la mejor forma para ejercitar el alma y el espíritu, pero volver al
hogar, es el momento más sagrado que un ser humano puede experimentar.
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